Desde la antigüedad hasta nuestros tiempos, el hombre ha bailado en las diferentes etapas y contextos de su vida. La danza es un elemento fundamental en su proceso evolutivo, es reflejo de su existencia dentro de la sociedad humana y dentro de todos los aspectos sociales, físicos o religiosos que definían su vida. La danza como medio de expresión ha permitido el acercamiento de los pueblos a las fuerzas sobrenaturales, la cohesión social entre grupos, como identificación dentro de un ámbito cultural, jerárquico o sexual y como herramienta artística y de expresión.
El neurocientífico Lawrence Parsons afirma -en su entrevista a Eduardo Puncet para el programa “Redes para la Ciencia” -que “bailar originalmente le dio al hombre ventajas evolutivas, pues mejoraba la sincronía y cohesión social. Además, los individuos que se movían con mayor gracia, resultaban más atractivos para el otro sexo. También afirma que hoy en día es bien sabido que bailar nos produce placer, pues estimula nuestro sistema límbico y baña nuestro cerebro de endorfinas…”
De acuerdo a lo anterior, “la historia de la danza refleja los cambios en la forma en que el pueblo conoce el mundo, relaciona sus cuerpos y experiencias con los ciclos de la vida” (www.danzaballet.com), lo cual nos da luces sobre la importancia de la danza en la sociedad.
A continuación enunciaremos algunas nociones las escuelas de Ballet Francesa, Italiana y Danesa, una reseña histórica de cada una y sus diferencias fundamentales.
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